Leyó el titular y se quedó estupefacto. Lo volvió a leer para cerciorarse de que era cierto lo que había leído. Era cierto. Algo remoto, casi ancestral, se removió en su interior, una vieja admiración que se le caía al suelo y que rodaba maltrecha. A Garcy le fastidia que sus admiraciones se le caigan de sopetón, pero, afortunadamente, no era la suya una admiración intelectual, sino más bien una admiración física. Uno siempre sabe de antemano que la admiración por las bellezas se le va a caer tarde o temprano, pero él es de los que suelen mantenerlas durante mucho tiempo. Es como si les cogiera cariño y le fuera difícil desprenderme de ellas. Esta belleza, la que había proferido semejante titular, ya se le había empezado a caer a Garcy hace algún tiempo, pero no por su belleza, que se mantenía intacta en su imaginación (aunque hacía mucho tiempo que no le veía en pantalla alguna) sino porque había encontrado en ella un punto de pretenciosidad.
La bella se había lanzado a dirigir una película, lo que tampoco tiene nada de especial, pues muchos actores y actrices suelen incurrir en la dirección, pero la película no le había gustado a Garcy: la abandonó a los quince minutos de iniciada.
Tampoco sabe muy bien si se trata de una buena actriz, como suele pasarle a menudo con las bellezas. No es capaz de ir más allá de sus rasgos, se queda tan absorto en los detalles y perfiles que es incapaz de valorar si se trata de una actriz buena o mala.
El caso es que el titular le cogió totalmente desprevenido. Decía lo siguiente: “Todos en Hollywood están tan delgados que continuamente sientes que no estás lo suficientemente delgada.”
Que su admirada Scarlette tenga algún complejo, aunque sea pequeño, de no estar suficientemente delgada, le parece muy mala señal. Porque si semejante belleza tiene o puede tener este tipo de complejos, entonces qué será de las otras mujeres y, peor aún, que va a ser de los que, como él mismo, son poco entusiastas de la delgadez. Qué va a ser de aquellos a quienes les gustan las mujeres que tengan algo encima de los huesos, preferiblemente carne y/o músculos (en buena forma si es posible).
Esto pinta mal, muy mal, pensó Garcy. Cada día peor. Hay señales inequívocas.