Mimosas
Hay una gran relación entre esta Mimosas (2016) y la última película de Oliver Laxe, Sirat. El escenario es muy parecido, el desierto marroquí, pero los personajes son diferentes: gentes pobres marroquíes, de religión islámica, en el primer caso y marginados nómadas descreídos, aunque no carentes de una espiritualidad relacionada con la música rave, en el segundo. En ambos casos hay dos elementos comunes: el viaje a través de un paisaje inhóspito y el propio paisaje.
Desde el punto de vista visual –qué otra cosa es el cine– ambas obras me han parecido fascinantes. Te atrapan desde el primer plano y ya no te sueltan hasta el final. Con esto es más que suficiente y todo lo demás, parodiando un poco la cita bíblica, se os dará por añadidura, –si es que tenéis un poco de suerte y alguna que otra preocupación metafísica e, incluso, solamente física.
Mentiría si dijera que he entendido ambas películas. Quizá si vuelvo a verlas –lo que espero hacer en breve– podré entrar más en ellas, en su intencionalidad. Por el momento me conformo con las prolijas explicaciones o conatos de explicación que su director, Oliver Laxe, se afana en expandir por todos los medios en las numerosas entrevistas que ha concedido. Pueden encontrarse tanto en YouTube como en diferentes medios digitales.
Pero Laxe se cuida mucho de ofrecer una explicación clara y sencilla, quizá porque ello no es posible, en un terreno que ha pertenecido desde la prehistoria a las religiones. No debe olvidarse que Laxe es, ante todo, un artista y, en consecuencia, se maneja sobre todo en el campo de la sugerencia. No es un teólogo, ni un filósofo, aunque en ocasiones lo parezca.
Parece claro, sin embargo, que su propuesta está relacionada con el Islam y, en concreto, probablemente, con el sufismo. Esta circunstancia es un valor añadido a su trabajo porque el Islam es quizá la religión menos comprendida y más tergiversada de las que existen en el mundo, en especial por parte de Occidente. A ello ha contribuido la continua fricción que desde Mahoma ha existido entre cristianismo e Islam. Ni que decir que el acercamiento de Laxe es más estético y sensitivo que teológico.
Dicho esto voy a ponerle una crítica a estas películas, en especial a Sirat. Sirat, y parcialmente a Mimosas: incurren en el tremendismo. El tremendismo es una tradición barroca española que llega hasta nuestros días. El Pascual Duarte de Cela sería un ejemplo arquetípico. Quizá estas dos películas requieran el recurso a este efecto tan melodramático, y un poco abusivo, pero a mi, como espectador, no me satisfacen.
De todo el cine que he visto en los últimos años –que tampoco es tanto– Laxe es quizá el director que más me ha interesado. Ahora me espera otra pieza suya, Lo que arde, y a continuación como he dicho, intentaré volver sobre sus pasos, ahora que ya el efecto tremendista ha quedado aminorado por la falta de sorpresa.
No voy a dejar aquí los enlaces que he frecuentado con entrevistas a este director. Es sencillo encontrarlas. Quien no se moleste en hacerlo puede que no esté lo suficientemente interesado y, en consecuencia, para qué darle más vueltas.