Siena, como la mayoría de las ciudades de La Toscana, fue fundada sobre una colina por los etruscos. La Edad Media y el Renacimiento la terminaron de configurar. Los turistas vemos sobre todo la plaza del Campo, que tiene forma de abanico y en la que se celebran dos carreras de caballos cada año, en junio y en agosto. La plaza alberga el edificio del Ayuntamiento con su esbelto campanile. Más adelante, al final de la calle por la que circula todo el mundo, aparece la catedral, de estilo gótico, comenzada a mediados del siglo XII. La catedral también tiene su campanario, adosado en esta ocasión, su baptisterio y un museo. Yo, a estas alturas de la jornada, ya estaba agotado así que no me animé a verla entre codazos. En Siena, en efecto, abunda el color siena.
