Seleccionar página

En el famoso poema de Wislawa Szymborska que empieza “Prefiero el cine/ Prefiero los gatos…”, poema excelente sin duda, me ha llamado la atención estos versos: “Prefiero los cuentos de Grimm/ a las primeras planas del periódico.”

Hace siglos que no leo a los hermanos Grimm, que fueron para mí una terrorífica lectura de la infancia. Tengo grabado en el subconsciente ese terror y no estoy seguro de que, en mi caso, los hermanos Grimm y sus cuentos no estén en el origen de terrores míos no tan infantiles.

De hecho he olvidado por completo esa literatura, y debo recurrir a internet para refrescarla en mi mente. He aquí algunos datos:

Jacob Grimm, el mayor de los hermanos, era católico y el menor, Wilhelm, era calvinista. A ello conviene sumar el hecho de que Kassel, la ciudad alemana en la que vivieron y trabajaron estos dos románticos, era de tradición hugonote, es decir, también calvinista. El catolicismo del mayor podría estar próximo al protestantismo del hermano, aunque no tengo esa certeza. Estas disquisiciones entre cristianos tienen mucha enjundia e interés, aunque no es el fin de esta nota mía.

Las recopilaciones de los Grimm, recogidas de la tradición oral, ya fueron criticadas en su época por su crueldad. Ellos se defendieron alegando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños, pero es cierto que introdujeron algunos cambios para suavizarlos.

Creo que “Hansel y Gretel” era el más terrorífico de todos, sin descartar algunos otros. Claro que en la época de mi lectura apenas había imágenes en los textos, al margen de algunas ilustraciones. La factoría Disney aún no se había popularizado en estos pagos.

Respecto a las primeras planas de los periódicos, a las que también alude Szymborska, en las que también me inicié temprano, pocas veces me han parecido terroríficas. Quizá porque la imaginación siempre me ha producido más terror que la realidad. Suponiendo que en los periódicos predomine la realidad sobre la imaginación, lo que tal vez sea mucho suponer.

En cualquier caso, coincido con la mayoría de los “prefiero” que enumera Szymborska, y aunque esto de las preferencias es una cuestión de gustos, no debe descartarse que la ideología esté por debajo, enredando como de costumbre.